Crónica Periodística, ZARAZAGA Milagros
MUSICA
Un Día en Córdoba: Silvestre y la Naranja
El miércoles 7 de agosto, Córdoba se vistió de un clima frío pero soleado. A las 17:30 horas, frente al Monumento de la Reforma de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), se comenzó a gestar un evento inesperado que terminó por calentar los corazones de todos los presentes. La banda "Silvestre y la Naranja", en colaboración con Cosquín Rock, se preparaba para un evento singular, anunciando en sus redes sociales: “Mañana a las 17.30hs vamos a estar con la gente de @cosquinrock haciendo un desembarco por el festejo de los 25 años en el monumento de la reforma de la UNC, frente al parque de las tejas. Nos vemos ahí y cantamos unas canciones??”.
La convocatoria fue rápida y efectiva. El rumor de que la banda se presentaría en un formato íntimo y sin amplificación se esparció como pólvora por toda Córdoba. Poco a poco, el espacio frente al monumento se fue llenando de curiosos y fanáticos, quienes, sentados en el suelo o parados expectantes, aguardaban el inicio del show. Se respiraba una mezcla de emoción y sorpresa, pues no todos los días una banda de tal renombre (especialmente para los jovenes) se presenta de esta manera tan cercana.
La audiencia masiva
A las 17:30, Silvestre y la Naranja apareció, no sobre un escenario elevado, sino en medio de la multitud. Sin la intermediación de parlantes, la banda se hizo parte del público, armados únicamente con sus instrumentos y sus voces. La cercanía fue tal que cualquier diferencia entre artistas y espectadores se desvaneció. En ese ambiente de comunión, comenzaron a tocar, desatando un repertorio que, aunque breve, dejó una huella profunda en todos los presentes.
El concierto, de apenas 40 minutos, fue un bálsamo para los sentidos. La simpleza del momento, la ausencia de artificios, generó una atmósfera mágica que envolvió a cada persona allí presente. En medio del público, algunos estudiantes de la UNC, contagiados por la energía del grupo, se animaron a acompañar a la banda cantando a viva voz. La interacción fue tan natural que parecía una reunión de amigos más que un concierto.
Silvestre y la Naranja en medio del público
La banda, visiblemente conmovida por la respuesta del público, decidió recompensar a aquellos que se atrevieron a acompañarlos en el canto, regalándoles remeras como muestra de agradecimiento. Este gesto, sencillo pero cargado de simbolismo, reforzó el vínculo entre la banda y su audiencia, convirtiendo una tarde cualquiera en un recuerdo imborrable.
Tras el evento, la cuenta oficial de Silvestre y la Naranja en Instagram reflejó la emoción del grupo: “CORDOBA SEGUNDA CASA, ¿QUEDA ALGUNA DUDA? No podemos creer la cantidad de gente que se acercó a cantar con nosotros, ¡gracias!”. Las respuestas no se hicieron esperar, con seguidores que compartían su experiencia. Un usuario comentó: “yo estuve ahí, qué momento lleno de magia, tan simple, tan fuerte”.
Ese día, Córdoba no sólo vivió un evento musical; fue testigo de una conexión única entre artistas y público. La música, despojada de toda ostentosidad que hoy la caracteriza, ha logrado brillar un momento en su forma más pura.
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